A menudo, después de la muerte, a las mujeres trans se les despoja de su identidad. Sus familias se avergüenzan; los funerales se realizan en secreto y se graba en sus lápidas el nombre masculino que se les dio al nacer. Así ocurrió con Antonia. Sus amigas, «Las fabulosas», se reúnen para invocarla, tratando de restituirle la feminidad negada, a la vez que reviven sus propias experiencias.